Empleados rendidores

“El siglo XXI trajo movimientos sísmicos a la industria musical, y algunos no dejaron un paisaje agradable. (…) Cifras de pérdidas escandalosas, caída de puestos de trabajo y de inversión en nuevos artistas. Para la federación de compañías discográficas, ese panorama tiene un único responsable: la piratería.

Allí es donde los ejecutivos demuestran una estrechez de miras similar a la que llevó a los grandes sellos a algunas de sus crisis. (…) Centrar la discusión exclusivamente en ese monstruo grande que pisa fuerte es un buen recurso para no discutir otras cosas. En algún caso, porque no procede: la visión que impera es que los discos debut venden poco porque los usuarios se los bajan de manera ilegal. Pero quienes observan la música con otras ópticas no pueden dejar de preguntarse si no será que esas propuestas nuevas son artísticamente endebles, y la gente no las compra porque no le gustan.

El ejecutivo generalmente ve cifras, no cuestiones artísticas: si su compañía invierte equis en tal artista, es justo y necesario que el artista recaude equis equis, si no el negocio se va al tacho. No quiere revolucionarios musicales, quiere empleados rendidores.”

[fragmento de La libertad de Radiohead, en Página/12 del 20.02.11]

Behind the mostrador (?)

Gordo, semipelado, más que semisudado (?) y beligerante, hace unas horas el dueño de una disquería muy conocida me ametralló con las siguientes perlas de sabiduría, seguramente acumuladas en el ejercicio de su profesión. Anoten (?):

– “en vivo Purple me aburre mucho, la verdad” (¿qué necesidad hay de decirle esto a alguien que te fue a comprar un disco de DP, fiera?)
– “Steve Morse es un gran guitarrista, pero le interesa más correr carreras que tocar”
– “sé que nadie piensa como yo, pero el mejor Rainbow fue con Joe Lynn Turner”
– “Still of the night es el Black dog de los 80″ (ojo con ésta que es buenísima)
– “Coverdale quiso convertir a Whitesnake en Zeppelin para pegarla en USA y se terminó cagando la voz para vender más discos” (gran verdad de mostrador (?))
– “calculale tres gambas” (respuesta sin levantar los ojos del monitor, ante la consulta por el precio de un pirata japonés; la buena noticia es que eran pesos, no yenes (?))

Hubo otras que no recuerdo, siempre en el mismo tono de “laburo rodeado de discos que nunca vas a poder comprar y los escuché a todos, pero mi vida es una mierda” (?). Daba la sensación de que con media chafi más, iba a terminar diciendo que Messi era un fracasado, y que ese muchacho Maradona “podría haber llegado más lejos, pasa que se dejó estar”.

Desde aquí, un brindis por los eternos disconformes del rock. Así está el país (?).

Desde que lo fueron (?), nunca más volvió

“A New York Dolls fui yo como presentador y la primera noche fue alucinante. Al manager de la banda le gustó y quedamos en repetirlo al día siguiente. Pero al día siguiente lo vi venir al backstage. ‘Blarurrornarvha’. La concha de la lora. ‘Blarurrornarvha, que se vayan que llegué yo, blablakraegha’.

Totalmente ajeno al mundo de la tecnología, me salío el ‘Garrrrrcía’ de la tripa y se armó el quilombito ése. (…) La vez siguiente que vinieron los Dolls llamé al organizador y le dije que había pensado en contratar a un doble de Charly García para que yo arriba del escenario lo cague a trompadas. El tipo me dijo que no estaba mal, pero que la gente del lugar no le dio el OK. Me dijeron que la casa se reserva el derecho de permanencia.

Nunca más volví al Roxy.”

[Marcelo Pocavida en la revista Jedbangers nº 47, febrero de 2011]

Wikileaks, la ñata contra el vidrio

Assange vigilante. Assange genio. Assange hacker. Assange libertario. Assange violador. Estos micromensajes contradictorios son una muestra gratis de cómo se intenta operar a un nivel cada vez más básico sobre nuestra comprensión de una realidad que es mera construcción. Los medios masivos, que no sólo acá están blanqueando cada vez más su ominoso rol en la arena política, saben que la mejor defensa es un buen ataque. Están perdiendo terreno a pasos agigantados con Internet y el resto de las nuevas tecnologías, y encima apareció un cruzado como Julian Assange para refregárselos por la cara y amenazar con dejarlos sin trabajo.

Resulta que entre toda esta marea de tinta que supo traer a la costa el affaire Wikileaks (cuyos cables probablemente *nadie* haya leído con un mínimo de seriedad), Assange decidió poner la trucha y darle una nota a 60 Minutes, programa emblemático e histórico de la televisión repub… perdón, estadounidense. La aclaración es medio siome, pero por las dudas: antes de hacer click, sepan que está en inglés (?).

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