Disco es bengala

A un mes del comienzo del juicio por Cromañón, las novedades no son noticias, en el sentido de que no sorprenden a nadie. A saber:

– Se terminó de confirmar -por si fuera necesario- la enorme carga de responsabilidad de la banda en cuanto a las bengalas. El testigo que había declarado haber visto que quien las ingresaba era la madre de Patricio Fontan*t fue sobreseido de la acusación de falso testimonio (un vil y cobarde manotazo de ahogado) que la defensa de la banda le hiciera hace casi dos años.

– Los Ca$hejeros, como su nombre lo sugiere, siguen haciendo caja. En esta oportunidad con un nuevo disco, en el que se permiten ironizar sobre su situación procesal. Eso sí, ahora como son independientes el disco tiene un precio “normal”, 35 pesos. ¿Vieron que en el fondo eran buenos, occidentales, cristianos, derechos y humanos?

Hijos de puta, eso es lo que son. Veremos si los señores jueces piensan lo mismo.

Caja chica ca$hej*ra

Call***ros sigue adelante con su tournée por el interior del país, en un recorrido a paso redoblado que -esperemos- parece tener ribetes de gira despedida. La nueva presentación de la banda se llevará a cabo el sábado 15 de marzo a las 19 horas, en el Estadio Andes Talleres de Godoy Cruz.

Los rumores de que cantante y banda se llevan peor que mal están a la orden del día hace un buen rato. Aparentemente, cual Mancu y Claudia con El Dié, los abogados de Call***ros (Ca$hej*ros de aquí en más, a los efectos de este post) quieren hacer caja rápido porque se ven venir un futuro complicado, e instruyeron a la banda en este sentido: tocar lo más que se pueda en el menor tiempo posible. Ése sería el motivo de dos recitales tan seguidos, algo que la banda no acostumbra hacer desde que carga con el estigma de Cromañón.

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De tragedias, canallas legendarios y “censuras”

Además del show en Villa María, Ca****eros planea tocar el mes que en la ciudad de Mendoza. Por supuesto, su nombre hoy dispara automáticamente una buena cantidad de trabas en cuanto a la organización de espectáculos, que algunos afiebrados confunden con prohibición o -la palabra de moda- “censura”.

A propósito de eso, aprovecho para reproducir casi textualmente una nota aparecida en el poco recomendable Diario Uno (Vila, Manzano y cia.) que, sin iluminar el asunto desde ninguna perspectiva novedosa ni mucho menos, pone blanco sobre negro en lo que respecta a un par de cuestiones básicas de convivencia, tacto y (¡horror!) sentido común.

Que nadie prohíba a Ca****eros

Es llamativo y misterioso que cientos de jóvenes de Mendoza insistan en rendir culto a un ritual en el que murieron 200 personas como ellos.

“A mí me encanta Ca****eros”, me dice una periodista en la redacción. Me lo comenta sin contexto, como si esa marca pudiera ceñirse sólo a lo musical. Y uno, que ya debe estar medio durazno de cerebro, siente que se le hincha la vena.

No es la insistencia del grupo Ca****eros en seguir tocando rock y explotando ese nombre lo que más me asombra. Lo más llamativo es que haya jóvenes (de la misma edad de todos esos que murieron calcinados y asfixiados) que estén desesperados por ir a aplaudir a Ca****eros en Mendoza.

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En voz baja

Hay un extraño silencio respecto de algo que es casi un hecho: la presentación de Ca****eros en el Anfiteatro de Villa María, Córdoba (ver foto) el próximo 23 de febrero. ¿Será que no quieren levantar la perdiz? ¿Tendrán cola de paja? ¿A qué le tienen miedo?

Pese a que en la página de la productora y en algunos portales de la provincia las entradas ya están en venta, las autoridades locales y provinciales afirman desconocer completamente el tema. Y lo que es peor: aducen que, en el hipotético caso de que el show se concrete, no cuentan con la infraestructura de seguridad necesaria para un evento de estas características.

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La partitura de los sobrevivientes

Ahora, redoblando la apuesta, aparece el “somos chicos”, “nosotros no controlábamos los lugares”, y el famoso argentinismo: “¿Usted, señor? ¿Yo, señor? No, señor”. Pero a la hora de cobrar la teca hacían callejeras colas en SADAIC. Hasta metían la mano en algún cagadero de Constitución para tener el vento saqueado de la República.

Si nos plantamos sobre las diversas posturas, hay algo que es irreprochable para cualquiera: hubo gente a la que rescataron los vecinos mientras que la telaraña que se encontraba ahí no fue un sortilegio. Son ustedes, pseudo profesionales, que llenaron sus espacios vivos de muertos, ya que habían visto el techo noches anteriores y no evaluaron los riesgos potenciales que pudieran llegar a suceder y así solucionarlo (por ejemplo, no tocando, o yendo a otro espacio de rock).

Como alguien escribió una vez: “Tuviste un muerto en la puerta de tu casa, esa casa a la que vos te habían invitado y no hiciste nada por él…”, salvo algún sollozo por merca o vergüenza. Chicos: no los culpo desde el sentimiento. Los culpo, los culpo y responsabilizo por estar en el tablado y no definir ninguna situación preventiva.

[fuente]

Estos párrafos están extractados de un libro de próxima salida titulado Recuerdos del Ave Fénix. Lo interesante del caso es que fue escrito por un sobreviviente de Cromañón, Mariano Comínguez. Para más datos, arriba linkeé la nota que Página/12 le hizo al autor.

El francotirador

La alta rotación mediática del Indio Solari hace algunas semanas actuó como perfecto resumen de 2007 -y probablemente también de un par de años más a esta parte- en cuanto al estado de situación de la escena del rock nacional.

El indiscutido líder de la diáspora ricotera tenía un disco solista para promocionar pero de lo que menos habló -o casi- fue de su flamante Porco Rex. En cambio, eligió dejarnos una considerable cantidad de ricas reflexiones sobre cómo viene la mano en el rock… o en lo que quedó de él.

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