Escobar, un malo que conviene

Se me ocurrieron algunas reflexiones a prop�sito de la serie “Escobar, el patr�n del mal” (que no recomiendo ni mucho menos, faltaba m�s). La producci�n est� financiada por familiares de algunas de las v�ctimas m�s notorias del excapo del cartel de Medell�n, y esa es la clave para entender la mirada superficial y hasta ben�vola que arroja sobre la coyuntura de Colombia en esos a�os. La realidad, claro, era (y es) muy distinta.

Aunque a algunos les resulte c�modo, Escobar por s� solo no alcanza para entender a Colombia: estamos hablando de un pa�s violento desde mucho tiempo antes de que El Patr�n asomara la cabeza. Esto queda patente en algunas de las biograf�as m�s completas sobre Escobar, como “La par�bola de Pablo” o “El patr�n“, y es evidente con un simple wikipediazo. Sin embargo, a la gran mayor�a de actores sociales colombianos con cierto poder les conviene mostrar a Escobar como una figura diab�lica para expiar sus propias responsabilidades en la din�mica de un pa�s sacudido por conflictos internos desde su origen.

No se trata de blanquear (cuac) la figura de Escobar ni de afirmar que era un buen muchacho: est� m�s que claro que ese no era el caso. Pero s� ser�a bueno entender que, en muchos aspectos, el surgimiento de este tipo de figuras paternalistas y al margen de la ley se ve propiciada por la flagrante ausencia del Estado. Colombia es uno de esos casos. La mano de Escobar llegaba a lugares y a grupos sociales donde el Estado de ese pa�s no lleg� (o no quiso llegar) durante mucho tiempo.

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