Know your enemy

A propósito de esto, y confiando en que mi recientemente adquirida condición de yettatore –acá pueden dar fe- sirva para al menos neutralizar las consecuencias de este acto de arrojo (lo que voy a postear a continuación es una bomba de tiempo para cualquiera), les dejo una solicitada publicada a principios de este año en el fétido pasquín de Julio Ramos por un gran amigo… suyo y de lo ajeno.

Lean con tranquilidad y una taza de tilo al lado, porque es espeluznante por demás…

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Voto electrónico 2007

“La nuestra ha sido siempre una democracia asentada sobre una infamia: el fraude. Es que la democracia, a fuerza de ser ‘amada’ y ‘manoseada’ por todos, ha terminado por prostituirse. En la República Argentina se ha tecnificado el fraude electoral. Hay varios tipos y sistemas. Los que se realizaban en el Correo, los que se realizaban en la mesa, la cadena, el voto marcado y el de prepotencia (voto cantado). En todos ellos se trataba de sacar los votos y reemplazarlos por otros preparados de antemano y hasta se dio el caso de encontar, durante un escrutinio, los votos atados con un piolín dentro de las urnas. El más usual y moderno, cuando ya se habían agotado en absoluto la vergüenza y el pudor, fue el ‘sistema de la prepotencia’. Consistía en firmarle la libreta al elector y antes de que éste sufragara le decían ‘ya votó’. Si preguntaba por quién, siempre había un malevo de comité que, con voz aguardentosa, le contestaba: ‘no sabés que el voto es secreto’. (…) Cualquier hombre civilizado se resiste a creer que puedan aún suceder semejantes cosas. Sin embargo es real, de toda realidad”.

Juan Domingo Perón, La fuerza es el derecho de las bestias, pp. 43 a 44, Ediciones Cicerón, Montevideo, 1958.

Siempre fuimos compañeros

Las veinte verdades. Primero el movimiento, luego los hombres. Luche y vuelve. Cinco por uno, no va a quedar ninguno. Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista. La más maravillosa música. El GOU. El partido laborista. El bombardeo a Plaza de Mayo. El levantamiento del General Valle. El tirano prófugo. Augusto Vandor. El Brujo López Rega. Isabelita. Evita, la abanderada de los humildes. La razón de mi vida. Alpargatas sí, libros no. La Triple A. Montoneros, la Orga. Pasar a la clandestinidad. Esa juventud maravillosa. Estúpidos, imberbes y mercenarios. Las patas en la fuente. Puerta de Hierro. Gaspar Campos. Ezeiza. Los planes quinquenales. Los torneos Evita. Las 62 organizaciones. La primavera peronista. El Tío Cámpora. Lastiri. Lorenzo Miguel. José Rucci. Agustín Tosco. Los grasitas, los descamisados, los cabecitas negras, el aluvión zoológico…

La catarata de slogans (que no son meros significantes, a no confundirse) intenta condensar el elusivo espíritu del peronismo, y seguramente fracasa. Con el casco puesto y todo, la mollera arde cuando intentamos comprender por qué aún hoy estamos librados a los designios de esta jauría de “herederos de”, que con la excusa de seguir los mandatos divinos del mudo poster de Perón y Eva van casi siempre para donde sopla el viento, despistando a propios y extraños.

¿Conclusión? Hoy, Argentina 2005, nos guste o no… todos somos peronistas. A comerla hasta que demostremos lo contrario.

Dos potencias se saludan

Gracias

Perdón… es la emoción porque en julio, con el aguinaldo, *casi* llego a fin de mes.

Marketing retórico-político

Si Evita viviera, ¿sería piquetera?