Lo de menos

“Los medios de comunicación juegan su partido de manera abierta y desembozada. Los diarios hacen tapas a pedido. Amplifican denuncias contra ‘sus enemigos’ o esgrimen cerradas defensas de aquellos que puedan coincidir con sus intereses. La información es lo de menos. Es preferible incidir sobre la realidad que contar lo que pasa y por qué pasa. Las líneas de conducción periodística son permeables a los gerentes. Es probable que estemos haciendo el peor periodismo desde el retorno a la democracia.”

[Reynaldo Sietecase en su columna de opinión de Crítica]

Suena muy noble utilizar el espacio discrecional que ofrece un diario (aún el intrascendente Crítica, cuya circulación es menor a la de algunos pasquines barriales) para rasgarse las vestiduras pero, estimado Rolo (?)… ¿No tenés nada para decir del papelón con De Narváez en Tres Poderes? ¿Cómo se explica que tu única respuesta a un evidente acto de censura sea negarlo y hacerte el tonto (la misma táctica que utilizó el dueño de América TV ante las preguntas que lo incomodaban, por otra parte)? ¿Y cómo es que hace unos días compartiste tan campante mesa con el narcocolorado (?) en el programa de la Legrand sin decirle ni pío?

Los espacios de opinión mediática (*no* confundir con opinión pública, por favor) están cada día más copados por tipos que trabajan de eternos indignados, que declaman “tenemos que hacer esto” mientras siguen con su rutina rosquera de siempre. Y no lo digo solamente por Sietecase y sus compañeros de programa, a quienes no quisiera hacerle definitivamente la cruz pero respetaba mucho más antes del colo affaire.

La censura a Tres Poderes (¡encima en el Día del Periodista!) es apenas un caso testigo, el de tres pobres tipos que eligieron comerse los mocos para poder seguir laburando de lo que saben. Antes era desinformar, rosquear, operar, escribir con la mano y borrar con el codo. Ahora se suma una nueva especialidad al periodismo argentino del siglo XXI: dejarse meter el dedo en el culo mientras se sonríe para la cámara.