El gran karaoke de la nación

El Salmón morirá Salmón, pero ya la corriente dejó de serle adversa: ahora todos van para su lado. El cenit de popularidad en el que está Calamaro -aun habiendo editado oficialmente nada más que tres temas nuevos de autoría propia en los últimos cinco años- asusta hasta viéndolo desde afuera. Por eso no es de extrañar que el tipo lo haya pensado una y mil veces antes de volver al ruedo. Después de un período tan grande de abstinencia (“el último show lo había dado el siglo pasado”, la dibujó hace unos días en los medios hablando de su ausencia de los escenarios pre-rescate a manos de la Bersuit) nadie puede estar preparado para semejante demostración de incondicionalidad.

Superados los resquemores, todo pasa a un lejanísimo segundo plano cuando, al transcurrir el show, empieza a operar esa suerte de hipnosis colectiva que hace que muchos cantemos bajo un hechizo de extraviado convencimiento deformidades como “viví las tumbas de la vida / soy un poeta maldito / aunque siempre fui bonito / nunca dormí en el palito“.

En la elección de temas, Calamaro se reservó algunos guiños hacia su reciente etapa banzai de estudio, pero nada demasiado extremo; solamente algunas canciones de la edición de 1 CD de El Salmón, siempre mechadas para evitar que una seguidilla de esos versos de trinchera desvíe el curso de los acontecimientos hacia aguas peligrosas. Sobre el escenario, probablemente lo más border fue comprobar que… ¡Calamaro tiene que leer sus propias letras en vivo para cantarlas! Y quién te dice que en realidad no haya sido el combo letras + notación armónica el que completó el cuadro de relajado despiste salmónido. Y esto no es despectivo, cuidado: el milagro de que un tipo al que no le importa mostrarse tan afuera de todo pueda (re)interpretar su propia obra de la manera conmovedora en que lo hace vale mucho, mucho más que las ya de por sí saladísimas entradas del sábado.

Más allá de la música, el cantante se fabricó momentos para hacerse cargo de la tradición rockera de aportar al legado oral. El dosificado sermón del Salmón fue efectivo y logró convocar de a ratitos al silencio, ese preciado bien que no abunda entre el *espectacular* público de rock argento (sabemos que se saben todas las letras de memoria, chicas… ¡pero BÁJENSE, por favor!), siempre tan remiso a aceptar su asimetría. El sumo Salmón dio su homilía apuntando a los recién llegados que, iluminados -aunque sea de refilón- o condenados a la oscuridad por méritos propios, pusieron pausa en la euforia e intentaron parar aún más las orejitas. No es un mal comienzo.

El pedagógico salmo del Salmón, decíamos, busca no excluir a nadie. Los llegados tarde a la historia del rock, (aquellos que “no saben un carajo de The Mothers, ni de Bozzio, ni de Fowler ni de Dios“, su ruta) pueden recibir clases multitudinarias -aunque no públicas- de un paciente y detallista Calamaro con ganas de contarnos entre tema y tema qué ingredientes se cocinaron y se siguen cocinando en hornos propios y ajenos.

Si la voz de Andrés, en su mejor forma conocida hasta ahora, es tapada inmisericordiosamente y es obvio que la batalla la van ganando (salvo en Nueva zamba para mi tierra y algún que otro momento descolgado) los cultores de no-se-escucha-nunca-nada-pero-aguante, qué mejor que rendirse ante el karaoke vivo que propone la Bersuit menos Cordera (en el banco). Ya no la juegan de “banda de” Calamaro, sino que el cimiento musical aparece para todo lo que se cruce en el camino: El cantante (de Rubén Blades), Vasos vacíos (de LFC), temas de -y con- Lito Nebbia… en la música popular importan las canciones, no quién las compuso. Y este show fue una experiencia popular tan grandilocuente que hasta se le puede encontrar sentido sin el propio Calamaro.

En Enola Gay, Calamaro se cuestionaba la lógica de algo ante lo que incluso él terminó por rendirse: “¿En serio fueron a la luna? ¿Para que fueron a la luna?”. Qué pregunta…

Para poder regresar y contarlo, hombre. Todo se explica con este regreso.

*********
Playlist (–actualizada y corregida–)
Output/input – El salmón – Te quiero igual – Mil horas – Las oportunidades – Tuyo siempre – La parte de adelante – Clonazepán y circo – Los aviones – Crímenes perfectos – El cantante – Vasos vacios – La libertad – Estadio Azteca – Nueva zamba para mi tierra – Yo no permito – Para no olvidar – Nos volveremos a ver – Loco – Vigilante medio argentino – Media Verónica – OK perdón – Alta suciedad – Maradona – No se puede vivir del amor – Flaca – Paloma – Mi enfermedad – Sin documentos
*********