Viaje de espíritus

Nueva cita con Los Natas en el Teatro de los Espiritistas, el pedorro Lasalle. Llegamos temprano con unos amigos, cosa de asegurarnos un lugar de privilegio en la parte baja de la sala (acá, a diferencia del Empire, también hay pullman). Anticipadas no conseguimos y los de la boletería se lo estaban tomando con mucha calma, así que hasta las 11 y monedas la cola no se movió. Finalmente nos hicimos de nuestra entrada y pasamos al hall del teatro… pero las puertas de la sala todavía estaban cerradas.

La cosa venía de cuelgue, cuando no, y aprovechamos para pedir una cerveza. Pero hete aquí que en medio de la ingesta empezaron a dejar pasar a la gente hacia el interior de la sala y una mini-horda de resueltos nateros se abalanzó hacia los asientos de adelante. Los segundos que nos llevó liquidar la Quilmes bastaron para disminuir nuestras chances: quedamos adelante, pero bastante de costado. Shit happens.

Un rato después de acomodarnos arrancó la banda invitada, Los Peyotes. Muy bien recibidos por la gente (tenían un interesante número de glamorosos fans desperdigados por la sala), comenzaron un set al que prefiero no calificar demasiado. Me limitaré a describirlo brevemente, con la mejor de las leches posibles.

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Road trip de cabotaje: Natas + Pez

El combo Pez + Natas es sin duda una oferta tentadora para oídos iniciados en esto del revival del rock setentoso. Ayer tocaron en La Plata, y estuvimos allí para contarlo.

Pero el viaje vino con sorpresas: antes de los dos grupos anunciados tocó un autista soporte local sobre el que es mejor no abundar. Era una típica banda de living: tenían la (falta de) actitud suficiente para tocar en el living de su casa, no más que eso. Técnicamente eran limitados y para colmo tenían que competir con los monstruitos que venían a continuación. No recuerdo cómo se llamaban ni quiero hacerlo… y quizás sea mejor así. El público de todos modos los trató correctamente; no así el sonidista, quien puso todas las perillas a cero una milésima de segundo después de culminado el último tema, sin darles tiempo ni a que dieran las gracias por el PA. Desde este humilde blog aplaudo ese gesto humanitario.

Cuando se empezaron a ultimar los detalles arriba del escenario para que suba Natas, la gente empezó a agolparse adelante de todo: se venía el plato fuerte de la noche.

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Difícil resistir…

Nueva noche de viernes verde para ver a Los Natas. Cambio de escenario (del Teatro Empire pasaron al Lasalle, unas pocas cuadras de diferencia) y aumento en el precio de la entrada (de 7 mangos a 10), una novedad no demasiado graciosa para los neo-Nateros como yours truly.

Agarré empezado el show de la banda soporte, Doris, pero igual pude ver más de la mitad de su set. Hacen una especie de conscientemente atrasado pop new wave/post punk, con toques noise y algunas referencias el sonido de Manchester de la década pasada (sobre todo por parte del batero, que parece haber escuchado *demasiado* a su colega de Stone Roses). ¿Cuál es el punto en común entre Doris y Natas, entonces? El cuelgue, sin dudas. El nivel de experimentación de estos pibes roza en ocasiones el desdén por el público, pero generalmente -y por suerte- los temas terminan encaminándose. Créase o no hay una cierta lógica que, aunque resulta difícil de descifrar al principio, rige los destinos del sonido de Doris. Pese a que son músicos apenas correctos, todos saben cómo quieren sonar, aportando buenos arreglos y voces afinadas. No son precisamente my cup of tea, pero nada especialmente negativo puede decirse sobre ellos, que además contaron con el aval de un público muy respetuoso como el de Natas.

Del acto principal no puedo agregar mucho más de lo que ya sabemos. Solamente que este no me pareció su mejor show (arrancaron un poco fríos e incoordinados, además de tener algunos problemas de sonido a lo largo de todo el show, sobre todo por el lado de Sergio) pero igual… cuando se enchufan son una topadora.

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Viernes, birra, faso

Pequeña crónica de lo que viví junto a un amigo -también blogger– en el recital de Natas del viernes pasado.

Del acto principal no hay mucho para decir: en vivo son una aplanadora, son una de las bandas under que más gente están llevando y sus shows son una delicia para los stoners autóctonos. Los fans de Natas son el público de rock más educado que vi en mi vida. A veces con una actitud casi anti-rockera, en el buen sentido.

Todos quemando, sentaditos (el show fue en un teatro)… son casi pequeñas plantitas. Ni siquiera se apiñaban frente al único puesto que -dentro del teatro- vendía cerveza: hacían fila todos ordenaditos y faltaba que dijeran “no, por favor, pase Ud. primero”. Insólito… pero todo más que bien. Y lo de Natas, vale la pena reiterarlo, impecable. Waldo, el único batero frontman del rock argento, es una bestia indomable. Él solo vale el precio de la entrada.

The Guv’nor Vitico

Y un párrafo aparte (o varios) para Viticus, la banda soporte. Sinceramente fui dispuesto a no verlos y/o a verlos y defenestrarlos, pero una vez más los hechos me demostraron que estaba equivocado.

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Mucho verde

Nada como una buena dosis de stoner rock en vivo y en directo para animar el espíritu.