Si hay miseria que no se note (?)

Cuando la biografía en vida (?) de un quía arranca con “se lo conoce por enviarse a sí mismo por correo en una caja”, es claro que estamos ante la presencia de un grande de todos los tiempos. Es la historia de Charles McKinley, grone zarpado en lumpen cuyo momento intelectual cumbre fue cranear este atajo para evitar pagar un pasaje de avión desde New York hasta Dallas, y luego el consiguiente transporte de Dallas a DeSoto (Texas), donde vivían sus padres. Quienes entiendan algo de inglés, pueden consultar esta crónica de la época sobre el fallido periplo con visos de odisea.

Para los de habla hispana estamos nosotros (?), así que sigue la historia: “En el aeropuerto de Dallas/Fort Worth, una empresa de transportes de la zona de Grapevine, Texas, recibió la caja. Momentos antes de entregarla en la casa de sus padres, en DeSoto, Texas, McKinley se quitó la protección que lo cubría dentro de la caja, lo que provocó que el fletero Billy Ray Thomas descubriera su verdadero contenido. Según el informe policial, Thomas ‘notó un par de ojos entre las ranuras de la caja’. Pensó que era un cadáver, ‘hasta que alguien empezó a patear la caja y salió de ella’. Al salir McKinley le dio la mano al fletero y le agradeció. La respuesta de Thomas fue llamar a la policía” (alto gato este Thomas, vale agregar).

Así termina la historia de otro héroe urbano que estuvo a minutos, metros del crimen perfecto. Otra vez será, amigo McKinley. Desde acá te saludamos con el alma conmovida y la esperanza de que alguna vez PeA te toque la puerta para que cuentes tu versión (?).

[gracias Peluca por el link]