El movimiento

“El peronismo se reconocía a sí mismo en el ‘movimiento’ como asiento de una identidad política que lo diferenciaba de los partidos, de la ‘partidocracia liberal’. El comportamiento político del partido (…) emanaba verticalmente de una ‘conducción estratégica’ localizada en el movimiento, fuera y por encima del partido. La mistificación movimientista del peronismo es un proceso posterior a 1955. Hasta entonces, la especificidad del peronismo no había radicado en un determinado tipo de partido o movimiento, sino en un determinado tipo de Estado. Lo novedoso de Perón es precisamente su concepción del Estado como sujeto último de la vida nacional, como fuente y ejecutor de políticas, estrategias y tácticas específicamente estatales. En las democracias liberales modernas, el Estado es concebido como una estructura políticamente vacía, carente de vida y orientación propias. Las políticas que desde él se desarrollan (…) no son específicas del Estado sino de los partidos que ocasionalmente lo controlan. En el proyecto de Perón, el Estado (…) es fuente y sujeto de una voluntad política que le es esencialmente propia y a partir de la cual asume una relación instrumental con el plano de la vida partidaria. Bajo el régimen surgido del alzamiento militar de 1955, el desmantelamiento del Estado Peronista trajo como lógica implicación no sólo la aniquilicación del Partido Peronista sino el colapso de su identidad política. En este marco se inicia la mistificación del ‘movimiento’ y su sofisticada reelaboración conceptual como instancia superior de conducción estratégica en relación con la cual las expresiones políticas de base quedan reducidas a meras piezas tácticas. Esta es la clave del ‘movimientismo’ peronista, fenómeno que asciende a primer plano para llenar el espacio dejado vacante por el Estado Peronista en un esquema autoritario de conducción política”.

Pablo Giussani, Montoneros, la soberbia armada, pp. 181 a 192, Sudamericana/Planeta, Buenos Aires, 1984.