Heavy + hippie = Natas

Una pequeña oda a Los Natas, que extrañamente todavía no habían aparecido en este blog en lo que va de 2005. Vida y obra del trío más fumado, a continuación.

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Sergio Chotsourian, cerebro y líder de Los Natas, se ve calmo en una tormentosa tarde, en su sala ubicada en lo menos Hollywood de Palermo Hollywood. Está, como siempre lo hace, experimentando nuevos sonidos con sus guitarras. Se lo ve contento; ha podido comprarse ese equipo valvular que siempre soñó. Recuerda, añora, viaja inmóvil, medita; se da cuenta de todo lo que han crecido. Les ha ido bien estos últimos años. Los shows son cada vez más importantes, los discos ya son obras de culto aquí y allá, editan en vinilo (sueño de toda banda con perspectiva a los 60s y 70s) y hasta se dan el lujo, una vez por año, de girar un mes entero por Europa.

Este año cumplen una decena de ciclos terrestres juntos. Las cosas marchan prósperamente. Han juntado cuanto bicho raro habita estas ciudades, sediento de rock y del disfrute de un show escénico excepcional, ornamentado con proyecciones lisérgico-psicodélicas o documentales que muestran el rústico -pero impactante- éxtasis de las ceremonias tobas, impulsados a tales ritos chamánicos por el alcohol de raíces o ciertas substancias psicotrópicas naturales que ingieren con frecuencia.

Los shows de este trío oriundo de Acassuso son magníficos. Las guitarras de Sergio son muy equilibradas; sonidos envolventes y climas desérticos potenciados por la fidelidad de esa artillería sonora que el guitarrista y cantante lleva consigo a todas partes. Por otra parte el hombre de las muecas, Gonzalo Villagra, se encarga de darle groove a la banda. Es un bajista que, sin demostrar virtuosismo en los dedos, pone la nota justa en el instante adecuado. Banca las bases de las más espaciales zapadas en las que don Chotsourian lleva el timón, sobre esas atonales (¡pero qué buenas!) variaciones de pentatónica. Por fin, un solidísimo baterista, parecido a ese que llamaron Jesús: Walter Broide, as del swing, se gana los más calurosos aplausos por parte de un público que ya lo idolatra. Nunca faltarán esos coros que tan bien se complementan con la adolescente voz de Sergio, quien junto a él formó la banda allá por 1994. Otra marca personal, es el tacho que usa como tambor: un tom grave con una bordona, agregándole al sonido Natas un toque de frescura y espíritu jazzero.

¿Qué cosas pasarán por la mente de estos locos?… Según cuentan, vienen de grupos religiosos medio post-modernos, mucha Meditación Hinduista…cantos con tambores, Buda, Ocultismo, simbología extraña, apocalipsis, Wagner, reivindicación de la cultura Toba, NATAS = SATAN…. ¿vanguardia? ¿puro show?

Viven el día a día como “una pequeña parte del viaje”, aseguran estar en busca de la especia y pretenden con sus discos plasmar sólo sensaciones de esa búsqueda. El disco debut, oficialmente hablando, se llama “Delmar” (1996) y fue editado por el sello estadounidense “Man’s Ruin Records” propiedad de Frank Kozick (artista plástico que fue a los noventa, lo que Andy Warhol a los sesenta). En “Delmar” escuchamos una viva influencia de Kyuss, los padres del stoner (subgénero surgido durante los años noventa en California en el cual predominan las intensas zapadas al compás de las palmeras y las brisas del desierto, con abruptos y progresivos estalles de furia y psicodelia pesada).

El segundo disco y el que les dio un empujón importante en la movida (ya que tuvo cabida en Estados Unidos) fue “Ciudad de Brahman” (1999), un disco de mucha entereza, mucho sentido de paz, hasta romántico si se quiere. Fue grabado en un derrumbado estudio de San Francisco en menos de una semana. Se dieron el lujo de grabar con Dale Crover, ex Melvins y Nirvana, entendido en el sonido de la movida y rockero de ley. Luego de este éxito underground tuvieron su primer gira por Estados Unidos, compartiendo escenario con bandas realmente importantes en la movida, como Nebula.

Luego salen vinilos: “El Gobernador” (1999) que es una obra conceptual divida en dos partes. También sacan -parodiando al tema de Ricky Martin “Living la vida loca”- “Livin’ la weeda loca” (2000) con los cinco temas que incluirían más adelante en el split (larga duración compartido por dos bandas, en el que se distribuyen medio disco cada una) con Dragonauta.

El próximo disco se llamó “Corsario negro” (2002). Un disco mucho más pesado que los anteriores; sufrido, sentido, curtido, apocalíptico y latinoamericano. Habla mucho de cómo estamos hoy los argentinos, es una descarga y un consuelo. Fue grabado por Billy Anderson, otro que sabe hacer explotar un estudio de grabación.

Para el 2003 y 2004 han grabado una obra conceptual doble, “Toba Trance”. Ya no es más stoner rock; quizás hace tiempo habían dejado de serlo, pero con esto lo confirmaron, ¡y qué bien que lo han hecho! Toba Trance es una perla, un monumento a la capacidad de generar climas con tan sólo un convencional trío de rock compuesto de guitarra bajo y batería, sumándole algún que otro instrumento autóctono (bombo, charango & flauta). O mismo algún que otro instrumento de juguete de los hijos de Sergio.

También se han editado unas zapadas en un estudio de Alemania (durante la gira a Europa 2003) en las que tocan temas de todos sus discos junto a Stefan (guitarrista de Colour Haze, una banda alemana que se encuentra haciendo música en el estilo de Los Natas).

Recorrer la discografía de este grupo es un sinfín de novedades y asombros: el re-escuchar los discos es encontrar siempre nuevas cosas, lo que hace entenderlos más… y esperar a que vuelvan a sacar otro disco.

[autor: Luis González Balcarce – también publicado en Goodbye sober days]
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